MICHEL CAMILO
“No me gusta emplear la palabra fusión”
Anoche, en el Palacio de Festivales, se vivió el concierto del pianista y compositor dominicano Michel Camilo. Un encuentro con el músico aplazado desde el tristemente famoso 11 de marzo pasado y que finalmente ha podido llevarse a cabo. “Aquel día estuve lleno de tristeza”, recuerda Camilo. “Fue la primera vez en mi carrera en la que aplacé un concierto y lo hice para unirme al dolor internacional. Al día siguiente fuimos a Reus y pensamos también en aplazar, pero finalmente se decidió seguir adelante y sumarnos a un acto multitudinario. Tras un minuto de silencio quise empezar el concierto con ‘Alma’ de Guillespie”. Para Michel Camilo la sensación sentida en aquellos días fue una especie de ‘deja vue’: “habíamos vivido el 11 S en Nueva York y ya habíamos pasado por todo esto. Es una pena que la humanidad no haya aprendido aún a dialogar en paz en el siglo XXI”. Él dice sentirse cada vez más comprometido con lo que hace, “que la gente conecte con su naturaleza espiritual, todos venimos del mismo sitio”.
En el concierto de ayer Michel Camilo ofreció su música para piano solo. “Un repertorio que se presta para la textura de este instrumento, algo que vengo haciendo desde hace siete años y que me lleva hacia el futuro”. De hecho su próximo disco, que saldrá en enero próximo, será el primero en el que se enfrenta en solitario a todos los temas.
Michel Camilo comenzó en la música siendo una especie de niño prodigio. “Hubo un momento, cuando tenía cinco años, en que tuve el reconocimiento de ser el compositor más joven de América. Mis padres me protegieron mucho, y a pesar de que con siete años me ofrecían contratos pude ser un niño normal”. A los nueve ingresó en el Conservatorio Nacional de la República Dominicana y poco después era el miembro más joven de la Orquesta Sinfónica de su país. “No quise seguir el camino de la chispa en un caldero, que enseguida se apaga”, nos confía entre bromas.
Su música se sitúa en ese terreno tan “de moda” de las fusiones y mezclas entre el jazz y ritmos de raíz popular. “Es algo curioso lo que ha sucedido con este tipo de música”, prosigue Michel Camilo. “El empujón definitivo se lo dio la película de Fernando Trueba ‘Calle 54’, pero es algo que se venía venir. Estamos viviendo una segunda época de oro del género, solo que ahora los músicos se han preocupado mucho por comenzar por el jazz para incorporar después las raíces caribeñas”. Aunque reconoce que “siempre hay de todo. Como dijo Duke Ellington; solo existen dos tipos de música, la buena y la mala. Siempre hay un primer nivel de excelencia y un segundo nivel detrás. Tenemos que buscar lo mejor”.
En el año 2000 Michel Camilo editó con Verve un disco junto al guitarrista flamenco Tomatito. Un encuentro con el flamenco que se venía fraguando desde tiempo atrás. “La primera vez que escuché este tipo de música fue de niño, en Santo Domingo. Pero mi contacto más fuerte fue en mi primera visita a España, como miembro del quinteto de Paquito de Rivera. Tocamos en el Palacio de los Deportes de Madrid, y al final de cada concierto se producían unas ‘descargas’ en las que alguien del mundo del flamenco se unía al grupo. Aquella vez fueron Paco Cepero y el Moro junto a los que improvisamos. Fue una gran noche, el público deliraba con la mezcla, con el mestizaje. No quiero emplear la palabra fusión”. Allí había muchos músicos, y entre ellos estaba Tomatito, Paco de Lucía y también Fernando Trueba.
“Años más tarde, cuando debuté en Europa con mi sexteto en el Festival de Jazz de Berlín, Trueba se acercó a mi concierto junto con otro fanático del jazz más puro, el también director de cine Emilio Martínez Lázaro. Hicimos muy buena amistad fruto de la cual salieron varias películas para las que realicé la banda sonora”. ‘Amo tu cama rica’, ‘Los peores años de nuestra vida’, ‘Too much’ o ‘Calle 54’ son fruto de esta relación profesional .
A Camilo le podemos ver en el escenario interpretando su propia música o adentrándose en piezas para piano del repertorio clásico. “Siempre ha existido conexión entre la música clásica y el jazz”, nos dice. “Stravinsky era un fanático del jazz, del mismo modo que Ravel, Debusy o Milhaud. Poca gente sabe que Miles Davis escuchaba a Berio o que Charlie Parker admiraba a Varèse e intentó ser alumno suyo”. Pero el caballo de batalla y experimentación de Camilo ha sido, en los últimos veinte años, el trío de jazz. “Ha sido mi plataforma para crear un sonido propio, el ‘sonido Camilo’ como lo llaman en Estado Unidos. He reunido mis tres mundos musicales: la música clásica como composición –siempre he pensado que escribo música de cámara para sección de ritmo-, mis raíces latinas y el amor por el jazz. Es un reto constante, improvisar, buscar nuevos caminos, desarrollar la creación al instante, autodescubrirse en cada momento”.
Después de visitar Santander, Camilo proseguirá su gira española ofreciendo varios conciertos con la Orquesta Sinfónica de Cadaqués dirigida por Gianandrea Noseda y con la que interpretará su ‘Suite para piano, cuerdas y arpa’. “Será la primera vez que toque con esta formación tan prestigiosa. La Suite es una pieza en cuatro movimientos inspirada por el jazz. Elegí tres de mis composiciones y las rescribí para gran conjunto. El segundo movimiento es el primer tango que compuse, originalmente para diez pianos y que fue estrenado en el Kennedy Centre por encargo de la Orquesta Nacional de Estados Unidos”. A Camilo le sorprende que en Cantabria aún no haya una formación orquestal estable. “Es muy necesario tener una, proporciona música de todo tipo. Yo crecí como músico dentro de una orquesta, fui su mascota”, bromea, “y fui acogido por los maestros. El sonido que he logrado en el piano es orquestal, fui expuesto a toda la literatura orquestal que requería un sonido grande del piano, como si fuera un instrumento de percusión”.
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