HASNJÖRG SCHELLENBERGER
“En la música de cámara es fundamental la comunicación” nos dice Hansjörg Schellenberger, director de orquesta y profesor de oboe del Encuentro de Música y Academia
Hansjörg Schellenberger es uno de los profesores más ‘veteranos’ del Encuentro de Música y Academia. De hecho hace seis años le entrevistábamos por primera vez para el diario ALERTA , cuando por aquel entonces se estrenaba la cátedra de oboe en los “antecedentes” de este Encuentro: los Cursos de Verano de la Escuela Superior de Música Reina Sofía y en la propia escuela de Madrid. Ahora Shellenberger habla castellano y llega a esta nueva entrevista, realizada en el Palacio de Festivales, montado en su bicicleta.
“Desde el comienzo este fue un proyecto con unos objetivos muy altos”, nos dice recordando el origen del Encuentro. “Se programaban muchos conciertos, casi un centenar, después se redujo hasta los sesenta que ahora tenemos, conciertos perfectamente organizados por Peter Csaba y en los que hay mucha gente joven con un nivel realmente alto tocando, cada día, música de cámara en escenarios de toda Cantabria. Si comparáramos este Encuentro con otros grandes festivales de todo el mundo, como el de Porvoo en Finlandia o el Marlboro, vemos que allí tienen más tiempo para ensayar pero aquí hay más oportunidades de tocar en directo, de conocer nuevas obras”.
Este verano el profesor Schellenberger cuenta con dos alumnos habituales de sus clases en Madrid y otro más, Thomas Barber, procedente de la Royal Academy de Londres. “Lo fundamental en estas clases se desarrolla en torno a la música de cámara. Quiero enseñar a los alumnos a que se comuniquen, musicalmente, con sus compañeros; ofrecerles obras que no había tocado antes y que aprendan a reaccionar rápidamente”. Para él su intención es que “se olviden de los problemas técnicos del instrumento y se conviertan en personas que hablan a través de él, que se comuniquen con sus compañeros y entiendan lo que ellos dicen”; algo “fundamental” para la música de cámara.
Los alumnos que acuden a sus clases buscan la experiencia del profesor en todo lo relativo a la música. “Conozco las obras del repertorio, las he tocado a lo largo de mi carrera”, nos dice. “Y también ellos saben que conozco a otros músicos, que tengo contactos fruto de mi carrera que les pueden interesar para su propio futuro”. De hecho minutos más tarde de nuestro encuentro con Schellenberger pudimos charlar con uno de sus alumnos, André van Daalen. “Es uno de los mejores oboístas de Europa”, nos dice van Daalen de su profesor. “Nos puede ofrecer mucho a nivel técnico, su experiencia dentro de la orquesta o en música de cámara es impresionante y a nivel personal he aprendido con él la forma de ‘presentarme’ como músico en un escenario, es muy difícil tocar bien y mostrar que tienes confianza. Él, con su forma de tocar trasmite confianza”
Schellenberger también cree que una de las facetas más interesantes del Encuentro es la “emoción de tocar junto a grandes profesores. Les damos nuestra experiencia y ellos serán los responsables de transportar la música a las siguientes generaciones. Tienen el compromiso de preservar la música clásica en el futuro”. También nos habla de la crisis de público que recorre Europa, aunque en España las cosas son distintas, “es el único país donde sucede lo contrario y hay cada vez más público.¡Es una locura!”.
La música de cámara es, tal vez, la base de este Encuentro de Música y Academia de Santander. “Hay mucho repertorio y es donde encontramos la música de mejor calidad”, nos confiesa el profesor de oboe. “Los intérpretes tienen que comunicarse entre ellos y también con el público. La orquesta es un gran instrumento y puedes admirar el trabajo del director, con un solista percibes su técnica, pero cuando escuchas música de cámara tienes que seguir al grupo completo y cada parte por separado en una situación de escucha muy completa. Las mejores obras de los compositores son de cámara”.
En los últimos años Schellenberger ha compaginado su actividad como solista con la de director de orquesta. De hecho su formación como estudiante pasó por las matemáticas, el oboe y la dirección. “Cuando empecé a tocar en orquestas decidí concentrarme en el oboe, pero siempre he prestado atención al trabajo de los directores junto a los que he trabajado, tanto en la Orquesta de la Radio de Colonia como en la Filarmónica de Berlín”, lo que es lo mismo que decir que ha sido dirigido por todos los grandes del siglo XX. De todos ellos ha escogido la información más interesante, “no quiero imitar a ninguno, pero hay muchos elementos muy efectivos a la hora de dirigir que he aprendido como músico de orquesta, como la visión analítica de Harnoncourt, capaz de dar matices nuevos a obras que ya has tocado antes muchas veces. Personalmente no me planteo seguir una tradición concreta sino buscar en cada pieza aquello que logre sorprenderme a mí, a los músicos y al público. Como dice Harnoncourt, hacer cada obra como si fuera la primera vez que la interpretas”.
Su encuentro con la dirección, tras sus estudios en Munich, empezaron “de forma casual” hace diez años cuando fue llamado por la Orquesta de Padova para dirigir y tocar simultáneamente. “No me lo tomé muy en serio, pero después me fueron llamando de otras orquestas, casi siempre para tocar y dirigir piezas barrocas, el concierto de Mozart…”. Compara la dirección con la música de cámara, “es un lenguaje corporal, trasmites a tus colegas de la misma forma que haces cuando haces música de cámara, aunque aquí tienes que ir siempre por delante de la música”. De momento quiere seguir conjugando la dirección con el oboe hasta que “el cuerpo se lo permita. En la dirección puedes estar toda la vida, pero con el oboe hay necesidades físicas que limitan tu actividad”.
Por último quisimos saber si, en su futuro, tenía la intención de componer como complemento de una carrera completa. “De joven lo intenté, perno no tenía la fantasía de los compositores”, nos dice. “La música contemporánea es muy importante, se encarga de seguir la tradición de la música hasta nuestros días”. Sus estudios musicales empezaron muy ligados a la composición, “tocábamos las creaciones de los estudiantes jóvenes de composición. Hoy en día sigo intentando hacer lo máximo posible por la música contemporánea. Siempre hay autores que te interesan más, como Wolfgang Rihm o Antal Dorati, que fue estudiante de Kodaly y poca gente conoce su obra. Yo trato de mostrarla al público. Cuando haces obras contemporáneas ves la música del pasado de forma distinta, entiendes el proceso que ha seguido”.
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