CARLOS MENA
“Hay una falta de didáctica muy grande en todos los festivales, y a veces también carencias artísticas” nos dice el contratenor Carlos Mena que el pasado viernes ofreció un concierto en el Festival Internacional de Santander.
El pasado viernes el contratenor Carlos Mena, de quien se ha dicho que es “revelación de la joven generación de contratenores” y a quien han deifinido como “una pura delicia por su gran emotividad, la calidad excepcional de su tesitura y la sensible inteligencia de sus interpretaciones”, visitó el Festival Internacional de Santander para ofrecer un concierto junto a la Orquesta Barroca de Sevilla.
Nos encontramos con él momentos antes del concierto, tras la prueba de sonido en la Sala Argenta y esperando, en su camerino, a la salida a escena. Carlos Mena habla rápido pero sus ideas sobre la música están claras y despejadas. Cada una de sus respuestas enlazaba reflexiones muy profundas y un conocimiento de su oficio inmenso y, sobre todo, osado para defender la parcela de su terreno: la música barroca.
Hace unos meses, desde la sección dominical ‘De Música’, les ofrecíamos la grabación realizada por Carlos Mena junto a Juan Carlos Rivera. Un disco en el que se recuperaban motetes, antífonas y partes de la misa escritas por Tomás Luis de Victoria y transcritas para contratenor, laúd y vihuela. “Mi postura sobre la grabación de discos es clara”, nos confía Mena al comenzar nuestra entrevista. “No me interesa grabarlos si no hay algo nuevo que decir o una interpretación realmente interesante. En el caso del disco de Victoria se mezclaban ambas motivaciones”. De hecho el material grabado es el resultado de una investigación emprendida por el musicólogo Pepe Rey. “Gracias al apoyo de Caja Ávila se recuperaron, transcribieron y editaron obras de Victoria que eran desconocidas y que se encontraban en la Brithis Libray. Hace falta más apoyo a los musicólogos para recuperar este tipo de obras”, añade. Fue en la presentación de estas partituras cuando Carlos Mena realizó un concierto con obras de Victoria “y tras dos años de trabajo salió el disco. La libertad de interpretar estas obras me permitió conocer un aspecto más de Victoria, acordes muy duros en determinados momentos con elementos casi un figuralistas que anticipan el barroco”.
A pesar de sus trabajos discográficos Carlos Mena conoce el peligro de las grabaciones. “Hay una tendencia por parte del público a querer escuchar en un concierto lo que han recibido en el disco. Y lo que es peor: intérpretes que quieren sonar sobre el escenario igual que en una grabación. Eso supone la castración del que escucha o del que interpreta. Lo que tenemos delante es una partitura y tenemos que buscar ahí las claves del sonido. El momento musical es el concierto, el disco tiene un valor documental muy importante pero no el valor emocional que hay en un concierto”.
Carlos Mena está especializado en música renacentista y barroca. Un tipo de repertorio que no siempre aparece reflejado en los escenarios en la mediada de lo deseable. “Tuvo su momento hace años. Las discográficas encontraron mucha música que no se había interpretado con criterios historicistas y algunos festivales aprovecharon ese tirón. Pero esta época de la historia de la música está aún por descubrir. La ópera barroca es un elemento muy importante y que supondrá un giro en el futuro”, vaticina el contratenor nacido en Vitoria. “Ya está sucediendo en Berlín o en Salzburgo, donde se está apostando fuerte. Pero la clave la tiene el público, no podemos luchar contra los organizadores, ellos con o sin criterio, programan lo que creen necesario”. También nos habló de “las posibilidades más abiertas de las obras barrocas” frente al “tradicionalismo” de la música clásica. “Está en manos de los organizadores que esta música se abra más. Hay mucha público que aún no la conoce y realmente puede disfrutar con ella. Además hay un déficit en los festivales españoles de producciones propias sobre obras barrocas, algo que sí se hace en Francia, Bélgica, Alemania...”
“No conozco especialmente a fondo el Festival Internacional de Santander”, nos dice. “Pero en general hay una falta de didáctica muy grande en todos los festivales, y a veces también carencias artísticas. La primera vez que fui a cantar San Francisco pensé que iba al ‘Far West’ a cantar música barroca. Pero el público recibía conferencias antes de los conciertos con explicaciones interesantes sobre la música que iban a escuchar. Esto no se hace en España. Creemos que con tener dinero para pagar a los músicos está todo hecho y eso es pan para hoy y hambre para mañana. Cambiar las cosas no es difícil de hacer ni tampoco más caro, pero exige algo de interés”.
Para Mena es clara la diferencia entre el público que acude a conciertos de música antigua frente a los que de otro tipo de espectáculos musicales. “Hay una masa de gente joven que no acude a los conciertos normalmente pero sí a los de barroca, pero hay mucha gente que se sorprende de lo directo que les llega es tipo de música y de la calidad que tiene. Desconocía que antes de Mozart hubiese algo”.
El registro de Carlos Mena, contratenor, no es la voz prototipo que el público de sala aprecia e identifica. Más bien es un registro que produce sorpresa y perplejidad a quien lo escucha por primera vez. “Es posible que haya encontrado barreras en este sentido anteriormente”, nos confiesa. “No todo el mundo conoce este tipo de voz ni tiene por qué respetarla. Pero las barreras a superar están dentro de cada uno. Yo no presto atención a las dificultades que me ponen la sociedad ni tampoco a las facilidades que me puedan dar: prefiero estar atento a lo que descubro de mi voz y de mi canto. Este es un instrumento que se mueve y experimenta continuos cambios”.
Para Mena las interpretaciones de repertorio barroco tienen mucho que ver con las de música contemporánea. “Los música de la orquesta están con la cabeza alta, mirando alrededor atentos a lo que ocurre. Existe un punto de reacción, casi de improvisación ante todas las articulaciones posibles en este repertorio y con instrumentos originales. Hay que tener esa perspectiva de libertad, de espacio, de verdadero contacto con los otros músicos. Casi como en el jazz”.