TSUYOSHI TSUTSUMI
“Hay que ser uno con el instrumento”, dice el violoncellista Tsuyoshi Tsutsumi en el IV Encuentro de Música y Academia de Santander
El profesor Tsuyoshi Tsutsumi acude al Encuentro de Música y Academia de Santander por vez primera en esta IV edición. Ha impartido su magisterio en las universidades de Western Notario e Illinois y actualmente lo hace en la de Indiana. Es uno de los violoncellistas más importantes de su generación y sus grabaciones con el sello Sony Classical son alabadas y reconocidas por su alta calidad.
“Estoy muy contento y considero un honor haber sido invitado a este fantástico Encuentro”, nos dice al comenzar nuestra charla. “Me impresionó el primer concierto al que asistí la pasada semana con la Orquesta de Encuentro en la Iglesia de Santa María en Laredo, me impresionó ver la dirección de Péter Csaba y comprobar que los alumnos realmente disfrutaba tocando juntos y haciendo música. Pude verlos sonreír entre ellos y el concierto, a pesar de ser orquestal, parecía de cámara: la esencia de la música y la comunicación”.
Su tarea estos días es “ofrecerles algunas ideas e inspiración” a sus alumnos, según sus palabras abriendo “un camino que les ayude a llenar su potencial y posibilidades musicales. No se trata realmente de una enseñanza sino de hacer algo creativo juntos y mi papel es el de explicar mi experiencia ofreciéndoles ideas”.
Tsuyoshi Tsutsumi es poseedor de uno de los primeros violoncellos construidos por Domenino Montagnana en el primer tercio del siglo XVIII en Venecia. Sus característica particulares hacen de él un instrumento de mayor tamaño de lo habitual, al no haber sido recortada su parte baja, característica de este afamado luthier italiano. “Esto le da un sonido más profundo y es algo que me gusta de mi instrumento”, nos confía Tsutsumi. Pero las verdaderas razones por la que este intérprete admira el sonido de su Montagnana hay que buscarlas en sus años de estudio. “He tenido dos grandes profesores, uno en Japón, Hideo Saito y el otro en Estado Unidos, Janos Starker. Saito estuvo en Alemania estudiando junto a Julius Klengel en Leipzig en una clase increíble con alumnos como Feurermann o Piatigorsky... Más tarde se trasladó a Berlín para proseguir su formación con Feuermann e intentó adaptar y aprender todo de este intérprete. Yo no pude conocer a Feuermann porque murió el mismo año en el que yo nací pero Saito continuó sus enseñanzas. Muchas de las grabaciones de este gran maestro fueron tocadas con un Montagnana y el sonido del mío trata de recordar a Feuermann. Espero ser capaz de tocar bien este instrumento y mantenerlo en perfectas condiciones hasta el día en que yo muera y pase a ser tocado por otra persona”.
La relación de Tsutsumi con el violoncello va más allá de ser su objeto de trabajo. Es casi una prolongación de sí mismo. “El clima de Santander no es muy bueno para los instrumentos de cuerda y el sonido de mi violoncello suena algo enfermo, entonces yo también empiezo a sentirme un poco así”, bromea. “En mis clases enfatizo en que hay que ser uno con el instrumento y cuando usas el arco han de hacerlo como si de una extensión de su brazo se tratase”. Aunque tocar un instrumento tan voluminoso puede ocasionar problemas. “Siempre que viajo tengo que comprar un asiento para el cello, tienen que abrirlo cada vez por motivos de seguridad... Algunas veces desearía no viajar con el violoncello, pero cuando esto ocurre siento como si me faltara la mitad, es algo muy extraño”, nos dice, recordando entre bromas la forma en la que en alguna ocasión le han recomendado tocar la flauta para poder llevarla consigo en el bolsillo.
Tsutsumi es de la opinión que el aprendizaje de un instrumento no se basa únicamente en cuestiones técnicas, a pesar de que en los últimos tiempo se estén formando intérpretes ‘excesivamente’ técnicos “Hay muchos concursos y nadie quiere cometer errores cuando se presenta a ellos, es el motivo por el que se busca la perfección técnica. Aunque afortunadamente la dirección de algunos de los concursos se está interesando en la interpretación y la individualidad de los intérpretes, un camino muy saludable”.
“Hay grandes profesores en todo el mundo”, continúa explicándonos, “y los alumnos puede tocar muy bien su instrumento. Pero hay que saber comunicar nuestros sentimientos, la tristeza, la alegría, la filosofía...”. Tsutsumi es director de la Toho School Music de Tokio y una de las cosas que transmite a sus estudiantes es que “han de aprender muchas disciplinas: bellas artes, filosofía, historia, política... para lograr su horizonte artístico y también tienen que tener una buena técnica para ser entendidos”.
Quisimos conocer la opinión del maestro japonés sobre el papel mediático que la música clásica y el repertorio de violoncello ha cobrado gracias a los grandes lanzamientos discográficos de intérpretes como Mischa Maisky o Yo-Yo Ma. “Soy muy amigo de ambos y creo que es muy importante lo que hace porque están popularizando el cello y la cultura musical. Es maravilloso poder ofrecer al público la sensación de la que música clásica es muy especial y que no tiene límites. Se están encargado de mantener la tradición pero no podemos olvidar el trabajo que hicieron grandes artistas como Casals o Rostropovich al ser capaces de transmitir su música a toda la humanidad”.
En los últimos años henos visto una creciente presencia de grandes intérpretes procedentes de países orientales, una circunstancia que no ha incrementado el conocimiento de la cultura musical de Oriente en nuestro entorno. “Tenemos una cultura específica y muy diferente de la Europea”, asiente Tsutsumi, “y yo me siento afortunado de ser capaz de conocer e interpretar el repertorio occidental, pero creo que la música oriental no es suficientemente conocida porque no está bien promocionada. Hay que hacer un esfuerzo para enseñar este repertorio en otros países”.
Tras los conciertos ofrecidos en jornadas precedentes, Tsuyoshi Tsutsumi volverá al escenario de la Sala Argenta el próximo viernes para interpretar el bien conocido Trío Dumky de Dvorák.